Hoy en día se tiene más que claro, que estamos en alerta buscando medidas para salvar el planeta . Hace falta cambiar muchos hábitos en esta tarea, entre ellos, la forma de alimentarnos. La ONU por su parte recomienda reducir el consumo de carne en pos de la sostenibilidad: de hecho, se ve al veganismo y al vegetarianismo como las únicas opciones posibles porque la huella de carbono y los recursos que consume la industria agropecuaria son insostenibles al ritmo actual. Sin embargo, hay otra teoría deonminada climatarianismo, que va un paso más allá: no se trata de comer solo productos de origen no animal sino de que todo lo que consumimos sea sostenible.

 

Si no se consume productos de origen animal por cuestiones éticas y por la protección a los animales, es una decisión respetable. Pero si el principio es salvar al planeta, se debe saber que la clave no está en que lo que se comes sea solo de origen vegetal sino en cómo ha sido cultivado, dónde se ha comprado y cómo fue llevado a casa. Es decir, hay que tener en cuenta la sostenibilidad de los productos.

 

¿Podría ser la opción climatariana la que ayude a frenar el cambio climático?

 

Los climatarianos o climarianos priorizan a la hora de comer aquellos alimentos que causen un impacto menor sobre el medio ambiente, y lo hacen eligiendo productos que no aumenten el calentamiento global o incrementen el efecto invernadero. Para ello no basta con elegir productos de origen ecológico, también se presta mucha atención a la distribución de los mismos y a su forma de consumo. De hecho, el término climatariano, incluye a aquellas personas que cuidan de manera consciente del medio ambiente cuidando los hábitos de su vida cotidianos para reducir su huella de carbono, como por ejemplo reducir el consumo de plástico que es precisamente de lo que más encontramos a la hora de hacer la compra.

 

Un climatariano es un consumidor concienciado que sabe que no basta con reducir o eliminar de la dieta la carne o evitar el uso indiscriminado de plásticos, presta  atención en la elección de los alimentos y procurar elegir aquellos cuya producción sea local. Además, es preferible que su producción no implique un proceso que genere un exceso de gases invernadero: verduras, frutas o granos siempre han de predominar en la lista de la compra de cualquier climatariano. Del mismo modo, las carnes han de ser frescas y de ser posible, que no produzcan de rumiantes. La mejor opción aves y cerdo, además de los pescados. En cualquier caso, un climatariano tiende a reducir el consumo de proteína animal, aunque no lo elimine, ya que esta es una forma de evitar el exceso de producción de carne en todo el planeta.

 

También es muy importante evitar el sobreconsumo, algo que un climatariano tiene muy en cuenta. De hecho, la ONU ha señalado esta tendencia a comprar más de lo que necesitamos como un gran problema, ya que termina en la basura hasta el 30% de la comida que actualmente se produce en el planeta. Como ves no se trata tanto de poner el foco en la salud, aunque sea una alimentación ideal, sino de una tendencia alimentaria que antepone el cuidado del mundo en que vivimos por encima de todo.

 

Comer como un climatariano ¿es el futuro?

En síntesis los principios son, básicamente, los que cualquier persona preocupada por el medio ambiente y por un planeta que está agotando sus recursos naturales minuto a minuto, debería seguir.

 

  • Apostar por el comercio justo, de proximidad y de producción local: la huella ecológica se reduce notablemente cuando lo que se compra viene de tu misma provincia.

 

  • Sin envases de plástico: comprar a granel o llevar bolsa propia de tela para la frutería y el mercado en general. Incluso un carnicero deberia aceptar poder llevar envase por parte del cliente para que se sirva ahí lo comprado sin usar ningún envase de un solo uso.

 

  • Desperdicio cero de comida: calcular, planear y organizar de manera que no se tenga que tirar cada semanaun montón de productos frescos estropeados o caducados.

 

· Optar por alimentos de producción eficiente: es decir, que no solo no impliquen talar bosques, dejar los terrenos de cultivos inservibles o el uso de fertilizantes o pesticidas extremadamente nocivos. Existen algunos vegetales que son, de hecho, eficientes de cara a la tierra. Por ejemplo, las legumbres en general contribuyen a que el nitrógeno se fije en el terreno de cultivo y lo enriquecen.

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